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Suspiros de Cuaresma. Semana Santa en Andalucía 2021

 

 LA SEMANA SANTA EN ANDALUCÍA

Un año mas de pandemia, y una Semana Santa en Andalucía que guardaremos la ausencia de todos los sagrados titulares de Andalucía. Un año mas de penitencia emocional, donde se nos negará el olor del incienso, el sonido de las marchas procesionales, y el resplandor de las velas que alumbran las lágrimas de cera que dan sentido a la nuestra primavera en Andalucía.

Tan solo el recurso de la tecla rápida de las plataformas de vídeos en internet, que traen hasta nosotros las imágenes, que ya nos parecen tan lejanas de la última vez que vimos cimbrear los palios y los arbotantes cuando la madre del nazareno recorre en la noche iluminada por miles de hachones de cera, las calles de las ciudades y pueblos de Andalucía.

Y en uno de esos vídeos, la Macarena de Sevilla atraviesa la Plaza de España, y de fondo, el maravilloso pasodoble “Suspiros de España” acompasa el paso dulce y mecido de la madre dolorosa. Aquella sinfonía de notas emotivas que compusiera nuestro paisano de Martos, Jaén, el genial Antonio Álvarez Alonso, en 1902.

Pero el tiempo no se detiene porque las cofradías no salgan a rendir homenaje a sus imágenes, y la primavera avanza sobre Andalucía donde el azahar empieza a florecer, el campo reverbera de romero, tomillo e hinojos, y los nísperos empiezan a madurar.

Semana Santa 2021 aNDALUCIA. Primavera en Andalucia

En las calles se respira un aire filtrado de mascarillas que bajan y suben entre cañas de terracita. En las playas aparecen los cuerpos pálidos que han hibernado entre chaquetas, cueros y lanas. La primavera en Andalucía convierte la sierra en despensa donde las herbáceas aromáticas despliegan su fragancia, y las mariposas golosas alternan de flor en flor. Todo sigue su curso, y parecería normal de no ser por el incordio irrespirable conque nos protegemos del virus maldito. Pero hay algo que nos desorienta.

Algo que nos hace perder la noción del tiempo y el espacio en que vivimos. Somos como hormigas que han perdido a su compañera de delante y no sabemos a quien seguir. Porque se nos ha perdido la Semana Santa  Andalucía

Cuaresma semana santa

Ha quedado un hueco en el calendario que no sabemos como llenar. ¿Dónde están los solemnes triduos? ¿Dónde los traslados? ¿Qué ha pasado con los fabricantes de capirotes? ¿A dónde irá tanta cera acumulada que no se quemará por las calles? ¿Y el incienso? Nadie sabe nada. Nadie habla de eso. Es como si nos hubiesen robado una parte de nuestra identidad y no supiéramos donde acudir.

Pasamos por las iglesias, y las imágenes siguen estáticas en sus capillas. Tan inmóviles que ahora nos parecen mas imágenes que nunca. Si, grandes obras de la imaginería. Solemnes. Sacras. Pero carentes de vida. Porque sabemos que nadie vendrá a abrirles la reja de la capilla, para que salgan a la calle. Y si en nuestra Semana Santa en Andalucía, Dios no sale a la calle para compartir ese ratito con sus gentes, para escuchar sus plegarias, para dar respuesta a sus esperanzas, para dar consuelo a sus penas, para ser alabado, cantado, loado, mecido, aupado. ¿Qué clase de Dios es ese que te mira desde una pared inerte y sin vida?

En primavera Andalucía brota por cada rincón mil colores. En los bordillos de las calles. En las macetas que cuelgan de los balcones. En los patios de naranjos. En los nidos de las golondrinas. Y todo se bendice con el lento paso del nazareno y su madre como en un rito de siglos. Como en un equinoccio constante y repetido, donde las tinieblas del invierno dejan paso a la luz estival.

Andalucía renace al son de los tambores y las cornetas. Con el olor a cera quemada. Con el paso silencioso de penitentes encapuchados. La primavera en Andalucía son palmas de ramos en multitud, borriquitas humildes de labriegos que portan al mesías de la esperanza cuando empieza la semana. Andalucía es noche iluminada y silenciosa, donde el suspiro de miles de costaleros y hombres de trono, es el gesto simbólico y redentor que el espectador percibe, promesa cumplida en favor de una vieja plegaria.

Hay huecos en nuestro calendario. Espacios vacíos en nuestra mente. Amnesia de cirios y capirotes. Llegaremos al jueves santo, sin la más mínima percepción de la santidad del día. El virus maldito, ha raptado la primavera en Andalucía. Hemos cambiado la corona de espinas por la corona del bicho importado. Y hemos sustituido las mantillas por las mascaras protectoras.

Por eso, en estas noches de cuaresma semana santa, cuando nos dejemos llevar por el instinto misterioso que mueve nuestros ciclos vitales y nuestros ciclos del alma. Cuando pulsemos una tecla en el teléfono móvil, o en la Tablet, o en el ordenador y la imagen de una dolorosa o de un nazareno se haga carne a nuestros ojos, mientras la música de una marcha acompaña el vuelo de las túnicas hebreas, o de los penachos de los cascos latinos, no ahoguemos ese suspiro. Porque es el único indicio que nos devolverá a esa ruta sagrada de nuestra primavera en Andalucía.

LA SAETA ANTONIO MACHADO

Dijo una voz popular:
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?

Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar.

Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz.

Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía
y es la fe de mis mayores.
¡Oh, no eres tú mi cantar
no puedo cantar, ni quiero
a este Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar!


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