LA SEMANA SANTA EN ANDALUCÍA
Un año mas vemos cimbrear los palios y los arbotantes cuando la madre del nazareno recorre en la noche iluminada por miles de hachones de cera, las calles de las ciudades y pueblos de Andalucía.
Y en uno de esos vídeos, la Macarena de Sevilla atraviesa la Plaza de España, y de fondo, el maravilloso pasodoble “Suspiros de España” acompasa el paso dulce y mecido de la madre dolorosa. Aquella sinfonía de notas emotivas que compusiera nuestro paisano de Martos, Jaén, el genial Antonio Álvarez Alonso, en 1902.
Las cofradías salen a rendir homenaje a sus imágenes, y la primavera avanza sobre Andalucía donde el azahar empieza a florecer, el campo reverbera de romero, tomillo e hinojos, y los nísperos empiezan a madurar.
En las playas aparecen los cuerpos pálidos que han hibernado entre chaquetas, cueros y lanas. La primavera en Andalucía convierte la sierra en despensa donde las herbáceas aromáticas despliegan su fragancia, y las mariposas golosas alternan de flor en flor.
En primavera Andalucía brota por cada rincón mil colores. En los bordillos de las calles. En las macetas que cuelgan de los balcones. En los patios de naranjos. En los nidos de las golondrinas. Y todo se bendice con el lento paso del nazareno y su madre como en un rito de siglos. Como en un equinoccio constante y repetido, donde las tinieblas del invierno dejan paso a la luz estival.
Andalucía renace al son de los tambores y las cornetas. Con el olor a cera quemada. Con el paso silencioso de penitentes encapuchados. La primavera en Andalucía son palmas de ramos en multitud, borriquitas humildes de labriegos que portan al mesías de la esperanza cuando empieza la semana. Andalucía es noche iluminada y silenciosa, donde el suspiro de miles de costaleros y hombres de trono, es el gesto simbólico y redentor que el espectador percibe, promesa cumplida en favor de una vieja plegaria.
Por eso, en estas noches de cuaresma semana santa, cuando nos dejemos llevar por el instinto misterioso que mueve nuestros ciclos vitales y nuestros ciclos del alma.
La imagen de una dolorosa o de un nazareno se haga carne a nuestros ojos, mientras la música de una marcha acompaña el vuelo de las túnicas hebreas, o de los penachos de los cascos latinos, no ahoguemos ese suspiro. Porque es el único indicio que nos devolverá a esa ruta sagrada de nuestra primavera en Andalucía.
LA SAETA ANTONIO MACHADO
Dijo una voz popular:
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar.
Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz.
Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía
y es la fe de mis mayores.
¡Oh, no eres tú mi cantar
no puedo cantar, ni quiero
a este Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar!
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