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El Sarcófago de la Dama de Cádiz es un claro ejemplo de lo que dice el refrán «No hay mal que cien años dure«, y a veces, esto es cierto por poco tiempo.

El caso de los dos sarcófagos fenicios mas famosos de España, así lo demuestra, entre otras cosas porque casi 100 años duró la búsqueda de la compañera del sarcófago fenicio antropomorfo masculino, que se encontró al excavarse la antigua necrópolis fenicia de Punta de la Vaca. Excavación que ya desde sus principios fue todo un desastre al desaparecer por completo los ajuares de las tumbas que fueron sustraídos por los operarios para su venta a coleccionistas privados.

Corría el año 1887 y en España se pasaban muchas necesidades, y con esto no excuso los saqueos, pero es una lastimera realidad. Y como no me canso de repetir, en un nuevo alarde de arqueología casual, al iniciarse las obras de desmonte para la Exposición Marítima Internacional, aparecen los hipogeos, de mas de 2.500 años de antigüedad.

Tumbas

Se exploran, y en uno de ellos, se obtiene este fabuloso sarcófago fenicio antropomorfo decorado y esculpido con rostro varonil y tendencias egipcias, lo que curiosamente corrobora algunos de los elementos, como un escarabeo, encontrados en el poco ajuar que quedó de las otras tumbas analizadas.

Sarcófago fenicio Dama de Cádiz

Tal es la importancia, que este hallazgo supondrá la fundación del actual Museo de Cádiz. Y menos mal, porque de haberse quedado donde estaba, hubiera desaparecido, con tumbas y todo, como así paso, en el año 1947 en la famosa Explosión de Cádiz, en la que un depósito de municiones de la Armada se fue a tomar viento con todo lo que encontró en su camino, tumbas fenicias incluidas.

A todo esto, a los pocos años del descubrimiento llega como director del nuevo museo de Cádiz, Pelayo Quintero Atauri, arqueólogo bregado en varias lides, y al contemplar el sarcófago, se dice aquello de “no hay uno sin dos”, y se decide a buscar a la compañera del misterioso fenicio y gaditano, por supuesto. Y en esta labor empleó el bueno de D. Pelayo tiempo y recursos. Pero la arqueología de las casualidades, tan arraigada en esta tierra nuestra, no iba a perder su naturaleza por la cabezonería de un señor instruido, y así, el sarcófago femenino no apareció en vida de D. Pelayo.

Y como una jugarreta del destino, poco menos de 40 años después de que D. Pelayo falleciera, en el solar de su antigua casa gaditana, bajo una palmera, apareció el sarcófago de la Dama de Cádiz

Dama de Cádiz

Y ante nosotros, luce hoy esta maravilla del arte funerario fenicio, con claras influencias egipcias ambos, realizados por encargo seguramente a artesanos griegos, hace 2.500 años en la ciudad fenicia de Sidón, en el otro extremo del Mediterráneo.

Queremos creer que la magia toda que impregna cada centímetro cuadrado de nuestra región, tiene mucho que ver en el reencuentro de los dos sarcófagos. El y ella, cual amantes eternos, que una maldición los llevó a separarse y un milagro los volvió a unir. Y si encima situamos el hecho en una tierra que durante mucho tiempo se consideró mitológica pues ya está la novela montada.

Y no deja de ser cierto, que en aquellos remotos tiempos, cuando Gadir no eran mas que unas islas en el Atlántico frente a las costas de Iberia (las Gadeirai) con aquellos evocadores nombres de Eritheia, Kothinoussa o Antípolis, este apartado lugar, que era el extremo conocido de Occidente no dejaba de ser una geografía donde los dioses convivían con los hombres, y seguramente con algunas otras razas perdidas ya en la noche de los tiempos, y el horizonte que implicaba la aventura desconocida, y el desafío implícito al destino fatalista que regía el mundo de los hombres del primer milenio antes de nuestra era.